¿Ya acepté que nadie es eterno?

Ante la muerte de un familiar o amigo nos preguntamos: ¿Por qué a mí? Pero si era tan joven, no es justo. ¿Cómo pudo morir así? Es que nadie lo esperaba. Pensé que se sanaría… Estamos en shock, con el alma helada, un escalofrío recorriéndonos la espalda, el estómago hecho un nudo y un profundo dolor en el corazón. Sentimos que el mundo se nos viene abajo y que ese dolor no pasará jamás. Claro que no va a pasar jamás, pero es un hecho que forma parte de la vida y nos da resiliencia, la capacidad de sobrellevar y aprender de las adversidades.

Cuanto antes aceptemos y comprendamos que somos seres finitos, que nuestro paso por la tierra es único y limitado, que la vida es efímera y la muerte impredecible, que somos sumamente fuertes pero también sumamente frágiles y la muerte es cuestión de segundos, hasta entonces tomaremos conciencia del don de la vida y de la inevitabilidad de la muerte, que somos seres que cumplen un ciclo vital natural. Y no hay que temer por ello.
Así como crecemos y damos nuestro primer paso y luego, nuestro primer beso, nos graduamos del colegio o la universidad, trabajamos y tenemos un desarrollo laboral, iniciamos un negocio propio, nos casamos, nos preparamos para la venida de nuestro primer hijo o nuestro primer nieto, nos salen las canas, las arrugas y los achaques que vienen con los años, así también debemos prepararnos para dejar esta tierra del modo más tranquilo al que tengamos acceso, dentro de la incertidumbre de la vida actual (enfermedades fulminantes, accidentes de tránsito) y de nuestra complicada situación de seguridad nacional que vivimos.
Una vez que usted pierde el miedo o la autosuficiencia ante cómo concibe el tema de la muerte, sin duda ya dio el paso más grande para tomar decisiones informadas.

No espere a perder a un ser querido de forma abrupta, o que nuestros seres queridos nos pierdan repentinamente, para comprender que el regalo más grande que puede dejar a los suyos o que pueden darnos a nosotros mismos en ese momento crucial, sea la tranquilidad, seguridad financiera y certeza de que nadie quedará a la deriva, angustiado, endeudado y vulnerable a que otros aprovechen su estado de confusión. Ya es suficiente pasar por todo este proceso y la etapa de duelo posterior.
Déjenos acompañarle a usted o su familia cuando llegue ese momento. Una llamada suya o de su familia bastará para tomar su mano y ayudarle a transitar ese duro trance. Lo instamos a tener el control de decidir cómo quiere vivir ese momento y cómo desea que lo enfrenten sus más queridos familiares y amigos.
Estamos para asesorarle gratuitamente antes, durante y después de este proceso con integridad, calidez, respeto y profesionalismo.

Ing. Keren J. Zelaya
Asesora de Previsión
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Somos una institución formada por un equipo de profesionales dispuestos a brindar una mano amiga en uno de los momentos más difíciles que afronta el ser humano.

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