Todos sabemos que el cementerio será nuestra última morada, pero existe un cementerio en Filipinas que no solo es hogar de muertos sino también de vivos. Al norte de Manila , se encuentra un cementerio que ha servido como vivienda para muchas personas de escasos recursos, quienes desde la década de los años 50 han adaptado tumbas y mausoleos para poder tener un lugar de resguardo. El crecimiento poblacional, la inseguridad y la falta de oportunidades económicas han obligado a estas personas a dormir y vivir entre los muertos.
Muchos de los que habitan estas tumbas no son dueños de las mismas; las familias de mejor posicionamiento económico, quienes son los verdaderos dueños, les permiten habitar junto a los restos de sus seres queridos a cambio del cuido, mantenimiento y limpieza de sus mausoleos, esto les ha permitido adaptarlas y poder equiparlas con los pocos bienes materiales que poseen. Es escaso el acceso a conexión eléctrica, muchos de los que logran conseguir una conexión lo hacen de manera ilegal e improvisada, es aún más limitado el acceso a agua potable,las personas deben acudir a un pozo público con carretas cargadas de botellas vacías las cuales llenarán a cambio de dinero.
Imaginar vivir el día a día rodeado de tumbas y muertos puede resultar algo tétrico para algunos pero para estas familias convivir con la muerte ya es algo normal, en las callejuelas de estos cementerios se pueden ver a niños corriendo y jugando entre los sepulcros, inclusive poseen una cancha de basketball improvisada, los adultos se reúnen en las tardes a jugar cartas o una versión improvisada que poseen de billar y las madres realizan los quehaceres del hogar con toda normalidad al interior de los mausoleos, adaptan el interior de las criptas como si fuese una casa normal, utilizando las mismas tumbas como sustitutos de camas, mesas y otros muebles de necesidad básica al interior de un hogar.
Pero ¿Cómo sobreviven económicamente estas personas?
Muchos se encargan de darles limpieza y mantenimiento a los sepulcros, algunos han instalado tiendas improvisadas donde venden artículos de primera necesidad, hay quienes se dan la labor de ser guías al interior del sobrepoblado cementerio, algunos se las ingenian para producir velas a base de la cera que recogen de diversas tumbas y hay quienes ofrecen sus servicios para brindar una oración por el descanso de las almas de quienes serán sus nuevos vecinos. Realmente no es mucha la ganancia que se puede obtener al interior de este camposanto, pero les ha permitido obtener las ganancias suficientes para poder sobrevivir.
Varias de estas familias han habitado al interior de este cementerio desde pequeños o desde que recién nacieron, hay núcleos familiares que ya llevan hasta tres generaciones de estar habitando ese lugar. Algunos aspectos que poseen en común es la preferencia de convivir con los muertos que arriesgar sus vidas en el exterior a merced de las inseguridades y peligros de los barrios pobres, ya que, al final, “Los muertos no pueden hacerles daño”. Como pueden, tratan de salir adelante para poder superarse y algún día contar con una casa propia y dejarles a los difuntos la tranquilidad de sus sepulcros. Mientras tanto, estas personas tratarán de llevar una vida relativamente normal, viviendo bajo la protección de las frías paredes de los mausoleos y la seguridad que les brinda el enrejado que protege a sus habitantes tanto vivos como muertos, al interior de este bullicioso camposanto.